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domingo, 1 de julio de 2007

Conociendo la gran Provincia de Fajardo

RECORRIDO POR EL AYACUCHO ESCONDIDO Y CON MÚLTIPLES ATRACTIVOS QUE NO FIGURA EN LOS CIRCUITOS TURÍSTICOS

Autor: HELIO RAMOS
Fotos: JULISSA BARTRA
Fecha de publicación: Jueves, 27 diciembre 2001
Medio de publicación: Diario EL PERUANO, versión online. E N T R A R para ver la versión original.

Renacer en los Andes
Desde no se sabe cuándo, el encorvado y añoso cedro está allí – frondoso, extraño e imponente– en la plaza de Armas de Huancapi. Nadie da razón de quién sembró en el pueblo ese árbol de ramas horizontales y hojas persistentes, cuyo hábitat no es apropiado para la zona.

Emilia Fernández, hija legítima del lugar y dueña de una bodega cercana a la iglesia, en la esquina de la plaza, lo vio desde cuando era chiquita, también su mamá y hasta su abuelita.

Lo cierto es que antes de la fundación de la provincia de Fajardo, aquel 14 de noviembre de 1910, el cedro ya mecía por allí su porte fantasmal.
Cuentan los lugareños más antiguos que el árbol es el bastón de San Luis, el patrono de Huancapi, quien lo dejó en el lugar para que brindara sombra a la gente.

De paseo por su historia.
Noventa y un años pasaron desde que el Congreso de la República seccionó Cangallo en dos y creó la provincia de Fajardo, con su capital Huancapi.

La ley de creación provincial advocó a Víctor Fajardo, el coronel ayacuchano vencedor en la Batalla de Tarapacá, aunque solamente la denominó como Fajardo, a secas.

Sin embargo, la historia de esta provincia ayacuchana se remonta más allá del año de su creación política por la Casa de Gobierno.

El arqueólogo Cirilo Vivanco Pomacanchari (Sarhua), sostiene que existen evidencias sobre la presencia de ocupación temprana en ese lugar desde hace tres a cinco mil años antes de nuestra era.

A pesar de no existir señales arqueológicas visibles, entre los 600 y mil años después de Cristo, asimismo, el territorio fajardino estuvo ocupado por los waris, civilización urbanista que dominó el Perú de entonces.

Vivanco Pomacanchari refiere que en las inmediaciones de Huancapi existen sitios arqueológicos de dicha cultura aún no estudiados ni catalogados con un riguroso estudio científico.

De acuerdo con algunas páginas olvidadas de la historia, de Fajardo proceden muchos de los guerreros agrupados en las tribus wancas, astos, pillacas y wallas, los cuales formaron la famosa Confederación Chanca que intentó impedir la expansión inca.

Evidencias de esa época, por ejemplo, son los restos de viviendas circulares encontradas en las alturas de los distritos de Huancapi, Cayara, Sarhua y Hualla.

Durante el dominio inca, es muy probable que allí se asentaran –con el sistema de mitimaes– diversas etnias provenientes de diferentes lugares del imperio.

Sin embargo, todo eso concluyó con la llegada de los conquistadores, quienes eliminaron los suyos e impusieron el sistema de división territorial de encomiendas.

A principios de 1559, el virreinato se dividió en obispados –que tenían la categoría de una provincia actual– y corregimientos. Esa estructura territorial varió después y surgieron las intendencias.

El territorio fajardino, entonces, pertenecía a la Intendencia de Huamanga y al partido de Vilcashuamán, este último, a su vez, integrado por doctrinas y pueblos.

Renacimiento fajardino.
La historia reciente de Fajardo huele a pólvora y dinamita. Esta provincia ayacuchana fue una de las más golpeadas por el fuego cruzado de la violencia política.

En la actualidad, la provincia lucha a brazo partido para salir adelante. El esfuerzo por sacudirse el lastre de esos años de horror se aprecia en Huancapi.

Antonio Ramos Infanzón, director municipal del concejo provincial, refiere que la actual gestión edilicia impulsa en la provincia una serie de obras.
Menciona, por ejemplo, la continuación de la construcción de la plaza de toros, en el lugar denominado Chicha Pampa, así como la conclusión del hostal municipal, con 19 cómodas y modernas habitaciones al servicio de la comunidad.

Otras obras del municipio son la construcción de la piscigranja en la comunidad de Luren de Ccocha, la cual permitirá, en un largo plazo, producir diez mil toneladas de trucha para toda la región.

El compromiso de elevar el nivel económico y nutricional de esa comunidad –así como de Huancapi y los demás distritos de Fajardo– es, por tanto, urgente.

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