Que duda cabe, que en la década de los 80 y 90 nuestro país se vio enfrentado a un Guerra Civil Interna producto de movimientos insurgentes llamados Terroristas, quienes iniciaron la expasión de su ideología en el interior del país amilanando, torturando y asesinando a inocentes campesinos. Se acercaron con sus armas letales y practicamente con actitud genocida acabaron con una gran masa de los nuestros. Por otro lado, las fuerzas armadas, quienes se supone protegían al pueblo (¡Vaya ironía!) también hacían víctimas de sus abusos y excesos a nuestros humildes habitantes, están probadas las tropelías de estos malos uniformados que deshoran a la patria en desmedro de quienes sí lucharon y luchan por engrandecer nuestro país; y aún así, no se les sanciona bajo cualquier argumento facilista. El Estado, mientras todo esto pasaba era el gran ausente, Ayacucho y los demás departamentos pareciera que no pertenecieran a un país llamado PERÚ, pues nunca se estuvo tan solo para enfrentar tan difícil etapa de nuestra historia, fueron más de 70, 000 de nuestros humildes habitantes el saldo de esta Guerra Interna. El Presidente, los miembros de su gabinete y demás autoridades pareciera ser que sólo gobiernan a una pequeña masa concentrada en las urbes, parece ser que nunca se enteran quienes realmente integran el país que les toca servir. Hace muchos siglos que nuestras voces campesinas esperan ser escuchadas y atendidas. Hay heridas profundas que aún no se curan en nuestro querido Ayacucho, muchas viudas aún buscan a sus esposos o hijos, muchos hijos aún buscan a sus padres, muchos hermanos aún buscan a ese ser querido que está ausente desde tanto tiempo. Hay muchas voces que aún piden justicia ante los tribunales o en las distintas fosas comunes donde buscan ser hallados, clamando por descansar en paz. Ojalá eventos como estos nunca más se vuelvan a repetir. Ojalá en algún momento de nuestra historia aprendamos a vernos como hermanos y no como perfectos desconocidos y enfrentemos juntos, como un solo hombre, las adversidades o nos proyectemos hacia el progreso.
Huamanquiquia, ubicada en uno de los márgenes del río Qaracha o Sarhua Mayu, es una de esas comunidades que lucha por sanar sus heridas, es una comunidad que practicamente fue exterminada por los terroristas quienes asesinaron a su gente, quemaron su pueblo y lo poco que poseían; los poquísimos sobreviivientes tuvieron que huir lejos de sus querencias para sobrevivir. Hace apenas unos años venciendo al temor y al terror han vuelto a sus comunidades para intentar curar las heridas del pasado y volver a unir los trozos de vida que quedaron fragmentados. Estos hermanos nuestros son unos héroes pues a pesar de las dificultades están luchando por salir adelante, vaya en esta nota un sentido saludo y homenaje a la comunidad de Huamanquiquia y sus anexos: Uchu, Patara y Tinca. El rescate de la memoria es importante pues sino estamos condenados irremediablemente a repetir eventos fatales del pasado. Que nunca más Fajardo ni ninguna otra comunidad permita que sus hermanos atraviesen por pena semejante.
Aquí algunas vistas de la actual comunidad de Huamanquiquia.
Plaza principal de la comunidad de Huamanquiquia.
Habitantes de la comunidad de Huamanquiquia.
Ambientes de la Casa del RecuerdoYuyarina.
Huamanquiquianos presentes en la inauguración de la Casa del RecuerdoYuyarina.
Viudas, deudos y demás habitantes preparándose para ingresar a la Casa del RecuerdoYuyarina.
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