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martes, 20 de mayo de 2008

MAMERTO SÁNCHEZ CÁRDENAS - QUINUA / AYACUCHO



GRAN MAESTRO DE LA ARTESANÍA PERUANA.
Trabajos: CERÁMICA

DATOS BIOGRÁFICOS:

Descendiente de los primeros ceramistas de Quinua, Mamerto Sánchez Cárdenas es creador de originales piezas como la Virgen de Cocharcas, El Pavo Real y la Sirena, obras que han sido reconocidas por su técnica y la calidad de sus acabados.

En su taller dominado por la tranquilidad, sus manos imitan las hazañas del soplo divino. Con la misma emoción que se siente cuando se acaricia a un ser amado, el ceramista Mamerto Sánchez Cárdenas, de 66 años, amasa la arcilla empapada en agua.

Sobre el torno a mano da forma a la imagen de la Virgen de Cocharcas, patrona de su pueblo natal, Quinua, ubicado a 40 kilómetros de Ayacucho. Cuando se entrega a la creación, sus manos son los únicos miembros que expresan vida. En esos instantes, el color de su piel, que se asemeja al marrón de la arcilla, es como una paleta de tierra. Luego, utilizando un cuchillo de metal, empareja una y otra vez el vestido de la Virgen. Después le añade la capa y corona. Y sobre una de sus manos, ubica al Niño Jesús.

Cubiertas con bolsas, el maestro de la cerámica conserva las tierras de colores que utiliza para pintar sus obras, antes de hornearlas.

Sobre el piso de su taller hay piezas que esperan ser vendidas. Una de ellas, una vasija decorada con fi guras de oso, se inspira en la leyenda que narra la liberación de una mujer que fue raptada por este animal, con quien tuvo un hijo.

HISTORIA FANTÁSTICA


Para su familia, el arte fue un regalo de los dioses de las montañas, conocidos en el imaginario popular como wamanis. El primero que aprendió la técnica fue su abuelo Francisco, quien vivía en un anexo de Quinua, a dos kilómetros del pueblo.

"Su maestro fue el curandero Miguel Nolasco, quien llamaba a los wamanis de los cerros, tendiéndoles fl or, coca, cigarro y vela en la mesa", cuenta don Mamerto.

Las primeras piezas que elaboraba, a inicios del siglo XX, se ubicaron en los techos de las casas. Hasta hoy, la tradición indica que estas réplicas de la iglesia de Quinua protegen a las familias de la envidia y todo lo negativo. También abastecía a los pobladores con objetos utilitarios como platos, jarros, porongos, ollas y tinajas.

Varias décadas después, la gratitud de los pobladores hacia los músicos que amenizaban la fi esta de la Virgen de Cocharcas, que se celebra cada 8 de setiembre, animó la confección de instrumentos musicales y los famosos toritos de Quinua. "Los regalos se hacían todo de cerámica. Entonces los llevaron a Lima para venta. Ahí vimos que había plata y empezamos a trabajar", cuenta.

Su padre Santos Sánchez continuó con el camino emprendido por su abuelo, y que hoy don Mamerto comparte con tres de sus ocho hijos: Walter, Jack y Cristian. "Solamente mi padre era el 'artesanista', otros no habían. Cuando mi papá hacía, ayudábamos a preparar arcilla. De ahí empezamos a hacer platitos chicos para la fiesta de acequia, que es en agosto. Ahí comía la gente, después de trabajar. También hacíamos porongos para la fiesta".

MAESTRO DE QUINUA


Hasta los 26 años, don Mamerto trabajó junto con su padre. Una vez que se casó, optó por independizarse. "En esa época, antes de vender en Lima, hacíamos utilitarios nomás.

Después hicieron pedidos de iglesias grandes, perros, toros, cóndores y músicos". A inicios de la década de 1960, el artista popular fue reconocido con un diploma del Ministerio de Educación, cuyos funcionarios viajaron hasta su pueblo para entregárselo.

En aquellos años se creó un centro artesanal, donde el ceramista destacó por su calidad. "En Quinua, la gente nos insultaba diciéndonos maki winku (mano torcida). No había artesanos. Ahora los hijos de los que criticaban son artesanos. Ahora en las calles hay cerámica".

A pesar de que esta especialidad se ha tecnificado en Quinua, don Mamerto trabaja a pulso, sin moldes. Como en sus inicios, continúa pintando con tierras de colores, que extrae de cerros y lugares solitarios. Gracias a la calidad de sus piezas únicas, exporta a Estados Unidos, Italia, Alemania y Francia.

Asimismo, ha viajado a ferias internacionales y ha compartido su experiencia con otros artesanos extranjeros. Aunque su arte palpita en Quinua, él es uno de los migrantes que dejó su tierra amenazado por la violencia social vivida hace más de dos décadas. Desde 1984, en que desaparecieron a uno de sus hijos, radica en el distrito de Ate. Sin embargo, en verano vuelve para sentir el olor de los campos húmedos y reencontrarse con sus recuerdos. Cada vez que viaja se entristece al ver su taller abandonado. Entonces, solo sus manos iluminan con su creatividad. "Cuando no hago cerámica, mi casa está triste.

Parece que no viviera nadie. Pero cuando está lleno de trabajos, todo es diferente". Aunque reconoce que el tiempo le ha arrebatado la agilidad, su obra se asemeja a la eternidad de los cielos andinos.

PIEZAS ÚNICAS


La primera obra original de Mamerto Sánchez, la Virgen de Cocharcas, la creó cuando aún era joven. Cuenta que su intención fue difundir a su manera la sagrada imagen que es venerada en su tierra y compartir con los visitantes la fe de sus vecinos.

Otra de sus piezas originales es el pavo real, que en 1989 fue reconocido con el Premio Nacional Inti Raymi de Arte Popular. Se inspiró una noche en que soñó que en el pozo negro del cerro de Condorcunca, de donde extrae tierra de color, tenía a un hermoso pavo real entre sus manos. Cuando despertó, lo diseñó en forma de candelabro.

Figura, además, la sirena. Lo ha recogido del imaginario colectivo. Cuentan que las sirenas viven en las cataratas alejadas, donde se cuelgan los instrumentos musicales para que obtengan mejor sonido. Según refiere, ahí vio a la musa de su inspiración.

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Teléfono: 066-810201
Región: AYACUCHO
"Jr. Sucre s/n Distrito Quinua, Provincia de Huamanga"


En la red:
Fuente: Biografía de Mamerto Sánchez

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